MUCHOS PADRES PIENSAN QUE LOS PROBLEMAS DE COMPORTAMIENTO DE SUS HIJOS APARECEN CON LA LLEGADA DE LA ADOLESCENCIA PERO LAS CONDUCTAS AGRESIVAS NO SE PRESENTAN EN ESTE ETAPA DE LA VIDA DE LA NOCHE A LA MAÑANA. MUCHO ANTES DE QUE NUESTRO/A HIJO/A EMPIECE A MANIFESTARSE DE UN MODO AGRESIVO CON CONDUCTAS COMO INSULTAR, AMENAZAR, HUMILLAR O ROMPER OBJETOS, YA EXISTEN UNA SERIE DE SEÑALES DE FALTA DE RESPETO QUE SON CLAROS INDICADORES DE TIRANÍA, PRONÓSTICO DE LO QUE SIN DUDA PUEDE LLEGAR A SUCEDER EN EL FUTURO.
Los primeros signos de la tiranía aparecen y son claramente observables ya desde la infancia, hacia los 6 años aproximadamente. Se presentan con suficiente intensidad en la etapa de la pre-adolescencia, hacia los 10 años, y se desarrolla plenamente con todo su repertorio de comportamientos agresivos en torno a los 15 años.
Los rasgos característicos de los niños con tiranía son:
- Insensibilidad emocional o falta de empatía.
- Escaso sentimiento de culpa o remordimientos.
- Egocentrismo.
- Actitud amenazante, manipuladora y agresiva, tanto verbal como física.
- Incapacidad de pedir perdón.
- Mentir sin límites.
- Sin miedo al castigo.
- Muestran impulsividad y escaso auto-control sobre su conducta.
- Muy poca tolerancia a la frustración.
Indicadores para detectar si nuestro/a hijo/a es un tirano/a en potencia
Si desde que es pequeño/a observamos en él/ella conductas demasiado agresivas, falta de culpabilidad y excesivo egocentrismo, debemos observar cada uno de los componentes que forma esta conducta de tiranía, para ver si cumple con los indicadores correspondientes:
- Escasa sensibilidad emocional: bajo sentimiento de culpa que muestra cuando causa dolor a los demás. Piensan que los demás son los culpables de todos sus males. Ejemplo: “le grité a mi madre por su culpa, no me dejó seguir jugando con un amigo en el parque”.
- Capacidad de mentir sin límites: pocas veces admiten que se han portado mal. Apenas los verás verbalizar un “lo siento”, ya que son incapaces de pedir perdón de manera profunda e interiorizada. La culpa siempre es de los demás.
- Son egocéntricos: siempre piensan en ellos mismos. Cuando quieren algo, lo quieren “aquí y ahora”, por tanto son incapaces de demorar el beneficio de una recompensa. Cuando son pequeños, este indicador lo muestran con rabietas desproporcionadas, siendo los padres incapaces de hacerlos entrar en razón.
- El castigo es ineficaz: no temen al castigo, ya que para ellos sus malas acciones no tienen consecuencias.
- Expresiones vengativas: “te odio”, “me las pagarás”…
- Escaso vínculo afectivo con los padres: y también poca relación de amistad con compañeros y amigos. En el caso de estos últimos, solo disfrutan si pueden hacerles sufrir. Herir al más débil les hace sentir poderosos.
- Se sienten validos ejerciendo la violencia: para ganarse la atención de sus padres, hacen el contrario de lo que haría cualquier niño cuando hace los deberes u ordena su habitación buscando la aprobación de sus padres y el sentirse querido por ellos.
Si hemos detectado o sospechamos que nuestro hijo es tirano, ¿Cómo hay que actuar?
Los niños son inmaduros y carecen de juicio, no nacen conociendo las normas sociales, lo que implica que les tenemos que enseñar habilidades para respetar, responsabilizarse, tomar decisiones, etc. Habrá que trabajar desde varios aspectos: refuerzo positivo, obediencia, responsabilidades y autocontrol. A continuación, se os da una pequeña muestra de estos aspectos:
- Trabajando el refuerzo positivo:
- Evitar las “etiquetas”: nunca hay que utilizar frases como “eres malo”, “eres un desastre”, “eres un patoso”…ya que generarás en él sentimientos de inutilidad que mermarán su confianza y sus capacidades. Recuerda: disminuye tu exigencia, porque equivocarse es una preciosa forma de aprender.
- Elógiale cuando haga las cosas bien: felicítalo por su esfuerzo y no tanto por sus resultados. Utiliza frases como “sé que tú puedes, inténtalo, confiamos en ti”.
- Compartir juntos momentos de disfrute con tu hijo puede proporcionarle la sensación de que se le tiene en cuenta, de sentirse importante. Leed juntos, hace puzles, organizad alguna excursión, etc.
- Ayúdale a que vea que sus palabras pueden herir los sentimientos de los demás, para que aprenda a ponerse en el lugar de éstos.
- Enseñando a tener responsabilidades
- La responsabilidad es una cualidad positiva que no es innata, sino que se aprende poco a poco, con la práctica diaria y con mucha paciencia. Muchos padres, debido al alto ritmo de la vida cotidiana, no permiten que los hijos aprendan a vestirse solos, por ejemplo, ya que de este modo llegarían tarde al trabajo, etc. Es necesario dedicar tiempo a la educación de vuestros hijos, y a veces hay que perderlo para conseguir que finalmente los niños ganen en independencia.
- Cuando un niño no obedece nuestras órdenes y se vuelve rebelde, tendremos que averiguar cuál es el motivo; es cierto que los niños realizan preferentemente aquellas cosas que les resultan entretenidas, buscan la comodidad y el alivio que supone librarse de sus pequeñas responsabilidades.
- Si acostumbras a tu hijo desde pequeño a tenerlo todo, no es de extrañar que a medida que vaya creciendo te exija cada vez más cosas como una obligación o como un derecho adquirido. Es importante que no se le proporcionen las cosas con tanta facilidad y mucho menos sin habérselo ganado a través del esfuerzo que conlleva asumir las responsabilidades.
- Educar a nuestro hijo en la cultura del esfuerzo y la responsabilidad es el mejor antídoto para prevenir comportamientos tiránicos.
- Trabajando el autocontrol:
- La ira es una emoción aprendida; cuando actuamos movidos por ella provoca sufrimiento y aislamiento. Es la emoción que peor manejamos o canalizamos y la que provoca mayor peligro. La ira aparece con toda su determinación cuando percibimos que alguien amenaza el crecimiento de nuestra autoestima; aparece para desactivar el estrés que nos produce dicha amenaza.
- Cuando nos sentimos frustrados o nos vemos obligados a hacer algo en contra de nuestros principios, sentimos ira; recurrimos a esta emoción para bloquear nuestro impulso frustrado y descargar nuestra activación.
- En cualquier caso, lo ideal es canalizar nuestra ira y sacar a relucir el verdadero sentimiento que necesita salir: dolor, tristeza, soledad y pena.
- Pero ¿qué hacer para evitar que nuestro hijo actúe con ira?
- No recurrir a la violencia con tu hijo; él aprenderá a pegar de la misma manera que lo haces tú con él.
- Enséñale a expresar el enfado con palabras, para que exteriorice sus sentimientos.
- Si se pone agresivo, envíale a su habitación sin privilegios; cuando se haya calmado, enséñale a negociar y pactar
- Si ha pegado a sus hermanos, invítale a que les pida perdón y que les diga algo positivo.
- Los padres son el modelo para sus hijos; según como manejen la tensión y los conflictos en casa, los hijos harán lo mismo. Si los padres se dejan llevar por la furia y utilizan la violencia, el niño aprenderá a defenderse de la misma forma en la que los padres “le atacan”. Marcarle desde pequeño los límites que nunca debería sobrepasar y dedicar tiempo a enseñarle a mostrar su enfado son dos de los predictores de una buena conducta.
Desde pequeños, es necesario que tengamos presente que la misión de los padres es preparar a los hijos para la vida. Es necesario que aprendan a superar dificultades, tener empatía, valorar lo que tienen, solventar los problemas, establecer relaciones con los demás, etc. No se trata de ser demasiado autoritarios ni taxativos, pero tampoco demasiado permisivos. Tener normas es necesario y esto implica establecer unos límites. En definitiva, debemos darles las herramientas necesarias para desarrollarse plenamente en todos los aspectos.