Violencia y acoso escolar: ¿estamos haciendo lo correcto?

UN INSULTO CADA VEZ QUE SALE A LA PIZARRA. UN EMPUJÓN QUE SE REPITE.UN MOTE QUE HUMILLA. EN EL COLEGIO O INSTITUTO, EXISTEN MUCHAS FORMAS DE EJERCER Y SUFRIR VIOLENCIA ENTRE IGUALES. ES UNA RESPONSABILIDAD CONJUNTA DE LA COMUNIDAD EDUCATIVA, LOS PADRES Y LOS COMPAÑEROS EVITAR QUE EL ACOSO ESCOLAR SIGA EXISTIENDO.

El acoso escolar (o “bullying” como muchos habréis visto en distintos medios) consiste en hacer daño a un compañero/a físico o psicológico de forma intencionada y repetida, utilizando cualquiera de las siguientes formas de agresión:

  • Verbales: poner motes, tomar el pelo, hacer burlas, amenazar, etc.
  • Físicas: Golpear, empujar, dar una patada a otro, arrojar cosas.
  • Sociales: excluir a alguien, aislar, difundir rumores, humillar, etc.
  • Sexuales: molestar, hacer tocamientos sin consentimiento, hacer burlas del cuerpo, etc.
“La violencia contra la infancia se define como la acción o la omisión que produce daño y que se da en una situación de indefensión o desequilibrio de poder”Save the Children

Para identificar un caso de acoso escolar se deben de cumplir estos 3 criterios:

  1. Intención de hacer daño.
  2. Reiteración de las conductas, durante mucho tiempo y de forma recurrente.
  3. Desequilibrio de fuerzas, habiendo desigualdad de poder entre una figura fuerte y otra más débil.

En definitiva, el acoso escolar es una especie de “tortura”, sistematizada e invariable, en la que el agresor somete a la víctima, a menudo con la indiferencia o la complicidad de otros compañeros. No es de extrañar, entonces, que tenga consecuencias psicológicas muy graves, que hacen que el acosado viva aterrorizado por ir a la escuela.

La escuela debería ser un espacio en el que sentirse seguro. Sin embargo para muchos niños, la escuela se ha convertido en la fuente de un tipo de violencia del que son víctimas y que ejercen sus propios compañeros; sufren maltrato físico o psicológico a través de actitudes como la represión, la discriminación, la homofobia, la violencia sexual o el castigo corporal.

Aunque el acoso aflore en el colegio, sus raíces se extienden a otros terrenos: van desde las características psicológicas del agresor hasta la sociedad en su conjunto, pasando por factores escolares específicos.

Protagonistas de la “escena”

En una situación de acoso escolar hay tres protagonistas: el acosador, la víctima y los espectadores. ¿Por qué razones algunos niños responden siendo agresivos y otros no?, ¿qué factores influyen? El acosador escolar suele carecer de empatía, de ahí que no tenga la capacidad de ponerse en el lugar de la víctima, por eso es por lo que puede causarle a ésta el mayor de los dolores sin conmoverse.  Además, suele tener algunas distorsiones cognitivas; percibe e interpreta la realidad de un modo muy particular. Esta interpretación le lleva a atribuir a terceros la responsabilidad de sus actos, de ahí que no sienta ningún tipo de remordimiento por su conducta.

En cuanto a la víctima, son niños que no disponen de recursos o habilidades para reaccionar, son poco sociables, sensibles y frágiles, con baja autoestima, son los “esclavos” del grupo, y no saben reaccionar por vergüenza o conformismo, siendo muy perjudicados por las amenazas y agresiones. Se les puede resumir en una palabra: inseguros.

Los observadores o “espectadores” juegan un papel muy importante, pues de su reacción va a depender en gran parte la cronificación o la resolución del problema. De su actitud o la rapidez para intervenir, dependerá en gran parte la ayuda que se le preste a la víctima.

¿Por qué ocurre esto?

Podemos establecer algunas de las causas, que están englobadas en una perspectiva que incluye diferentes factores a tener en cuenta.

  • Factores individuales, refiriéndose con esto a las características de personalidad, tanto de la víctima como del agresor, las cuales ya se han mencionado en párrafos anteriores.
  • Factor familiar. En el caso de los agresores, este factor cobra valor, ya que la inestabilidad en la estructura familiar, la falta de vínculo afectivo, imposición o autoritarismo por parte de los padres, presencia de actos violentos, etc., hacen más vulnerable al agresor para actuar de manera violenta.
  • Factores del centro escolar. La falta de colaboración entre el profesorado, la permisividad del profesor, la convivencia de varias culturas dando lugar a actos racistas, etc.
  • Medios de comunicación y nuevas tecnologías. Nuestra cultura es consumista, hedonista e “inmediatista”. Se basa en tener más que en ser, y en busca del placer aquí y ahora. Este es precisamente el mensaje implícito de buena parte de la programación televisiva. Los “protagonistas” de muchos programas son personas que han hecho de la venta de su intimidad un medio de alcanzar por la vía rápida y sin esfuerzo la fama que les permita vivir en la abundancia. Muchos programas se desarrollan bajo un ambiente de crispación en el que se hace uso de violencia verbal, a veces desmesurada. Esto crea un efecto “insensibilizador” y vivimos anestesiados ante la violencia real que ocurre ante nuestros ojos. Hoy la televisión nos muestra en directo guerras, catástrofes y atrocidades. No hay método para dañar, matar o humillar que no sea expuesto; absorbemos una violencia que parece simulada; leemos, vemos y escuchamos noticias de violencia con tal normalidad que lo hacemos incluso mientras comemos.                                                           

¿Dónde hay que intervenir para evitarlo?

El problema surge de una interacción entre factores de diversa índole: individuales, familiares y socioculturales. Entre las actividades que convendría realizar antes de que aparezca la violencia escolar, hay algunas que corresponden a los padres; otras a la sociedad en su conjunto (y en particular a los medios de comunicación) y, por último, al centro escolar.

  1. En la familia. La educación democrática, el ser afectuoso pero decir “no” cuando es preciso y hacerlo, siempre que se pueda y de forma dialogada, es una alternativa bastante acertada. Debemos dejar de lado estilos educativos autoritarios ya que tienen gran influencia en la configuración de la mente, de la personalidad y de la conducta de los hijos. Por tanto destacamos como medidas previsoras:
    1. Crear canal de dialogo con los hijos, para aprender de ellos y conocerles mejor
    2. Atender a síntomas de alarma como nerviosismo, bajo rendimiento escolar, miedo a ir al colegio, etc.
    3. Determinar las normas y los límites
    4. Educar para controlar y expresar las emociones, saber comportarse según la situación.
    5. Reforzar su autoestima; ayudarles a reconocer sus capacidades y habilidades.
  2. En el colegio. El colegio no debe limitarse solo a enseñar, debe funcionar como generador de comportamientos socialmente aceptables. Los profesores tienen una importante tarea que cumplir, adquiriendo nuevas habilidades en el manejo de conflictos en el aula; en sus manos está crear una atmósfera adecuada en el colegio, mostrando una intolerancia total frente a cualquier forma de violencia. Como medidas cautelares, se destacan:
    1. Tratar los temas a través de cursos o tutorías
    2. Aumentar en número de cuidadores en zonas “conflictivas” donde se puede dar el acoso
    3. Introducir o mantener asignaturas de educación en valores y tolerancia
    4. Establecer en cada aula unas normas de no-agresión

    3. En los medios de comunicación. Debería haber un mayor control de los contenidos; producir más programas sin escenas violentas y aumentar la programación cultural, haciendo reportajes, series con mayor valor educativo que fomenten valores positivos para nuestra sociedad.                       

Es necesario estar atentos y debemos de tomar medidas cuando se produzcan estas situaciones de acoso, ya que nosotros, como sociedad, somos los responsables de las generaciones venideras y debemos ser capaces de formar el carácter de los miembros más jóvenes de ésta y sostener el tejido de interacciones humanas sobre los principios naturales de respeto, obediencia y fortaleza que tradicionalmente caracterizaban a nuestra sociedad.

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